La toga que hoy en día se utiliza viene de la Antigua Roma, donde era utilizada por jueces, senadores, cónsules e incluso sacerdotes.
En España comenzó a verse en el siglo XIV cuando se creó el Consejo de Castilla, institución que ejercía de asistente del Rey y de un alto tribunal judicial. Fue en 1814 cuando el Tribunal Supremo decretó el uso obligatorio de la toga y el birrete para jueces y magistrados.
Las togas hoy en día tienen detalles distintivos en sus mangas; por ejemplo, los jueces tienen bordada una puntilla blanca rematada con un escudo de plata (ni los abogados ni los procuradores llevan este detalle distintivo).

Estas prendas pueden ser de propiedad del profesional o del juzgado; en caso de ser del juzgado se tomarán en el momento del juicio y se devolverán. Pero, en tiempos de pandemia, esta segunda opción no parece del todo viable puesto que podría provocar contagios; por ello, el Consejo General de la Abogacía Española (CGAE) consiguió que Ministerio de Justicia aceptará el hecho de no usar toga hasta que las restricciones del COVID-19 desaparezcan. Esta decisión se aprobó en septiembre del año pasado en el proyecto de ley de medidas procesales y organizativas para hacer frente al COVID-19, cuya vigencia se termina el 20 de junio de 2021 pero, debido a que seguimos inmersos en una pandemia mundial, el CGAE presentó nuevamente la petición de prescindir de las togas, con el objetivo de prevenir posibles contagios. El Ministerio de Justicia aún no se ha pronunciado al respecto: cuando lo haga informará a los letrados mediante una circular interna.
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